En las últimas dos décadas, Andalucía ha experimentado un preocupante retroceso en la concienciación y sensibilización ambiental. Esto ha coincidido con la disminución de programas específicos de educación ambiental y su sustitución por actividades puntuales, sin continuidad ni posibilidad de evaluación efectiva. En este contexto, los Centros de Educación Ambiental juegan un papel fundamental, no solo como espacios donde se realizan talleres o rutas de un día, sino como auténticas herramientas de cambio educativo y social.
Nuestro rol es esencial
Los Centros de Educación Ambiental no solo ofrecen conocimientos teóricos, sino que proporcionan experiencias prácticas que permiten a los participantes conectar directamente con el entorno natural, mediante la experimentación y la indagación. Siguiendo las directrices del Plan de Acción de Educación Ambiental para la Sostenibilidad (PAEAS), estos centros deberían desempeñar un papel clave en la transición ecológica, integrando la sostenibilidad en los modelos educativos y promoviendo la participación activa de la comunidad.
Sin embargo, en muchas ocasiones los Centros de Educación Ambiental se han visto relegados a ser espacios donde se obliga por programas institucionales a organizar actividades puntuales sin continuidad, más ligadas al ocio que a la propia educación. La falta de apoyo institucional y la escasa integración en los programas educativos han provocado que su verdadero potencial como agentes de cambio quede desaprovechado. Para que la educación ambiental tenga un impacto real, debe formar parte de un proceso continuo, estructurado y evaluable, con un enfoque integral que involucre a toda la comunidad educativa.
Según la Red Andaluza de Centros y Entidades de Educación Ambiental (ONDAS), estos centros implementan un modelo de gestión sostenible y desarrollan programas dirigidos a toda la sociedad, abarcando todas las edades y colectivos. Este enfoque integral es esencial para promover el pensamiento ecológico, el contacto con la naturaleza y el compromiso con una cultura ambiental sostenible y equitativa.
Como ejemplo, un proyecto educativo en la Red ONDAS
Para comprender mejor la capacidad transformadora de estos centros, tomemos como referencia un proyecto educativo desarrollado en un equipamiento ubicado en un espacio natural protegido. El proyecto, diseñado para escolares de educción secundaria, se estructuró en varias fases a lo largo del curso académico, combinando actividades de campo, investigación, indagación, experimentación y acción participativa.
- Diagnóstico inicial del entorno: El alumnado realizó un análisis del ecosistema local, identificando problemáticas ambientales como la erosión del suelo, la pérdida de biodiversidad o la contaminación de fuentes de agua. Para ello, se organizaron salidas de campo en diferentes estaciones del año, permitiendo observar la evolución de estos problemas en el tiempo.
- Investigación, indagación y experimentación: Con el apoyo del equipo de educadores ambientales, los estudiantes recopilaron datos y los compararon con estudios previos. Aprendieron a utilizar herramientas científicas básicas como cuadrículas de vegetación, experimentaron con análisis de calidad del agua (pH, conductividad, dureza, …) y realizaron censos de fauna. Además, exploraron cómo los cambios en el entorno afectaban a la biodiversidad y a las comunidades locales.
- Análisis: Tras la recopilación datos realizaron un análisis integral del ecosistema, profundizando en los servicios que éste provee al ser humano, para finalmente hacer una visión holística social, ambiental y económica.
- Acción y participación comunitaria: A partir de los resultados obtenidos, se desarrollaron propuestas de mejora, incluyendo la restauración de hábitats degradados, la creación de itinerarios interpretativos y campañas de sensibilización en el municipio. Se implicó a asociaciones locales y a la administración pública local, favoreciendo la colaboración entre diferentes actores.
- Evaluación y reflexión: Al final del curso, el proyecto fue evaluado en función de su impacto en el alumnado y en la comun
idad. Se midió el grado de adquisición de conocimientos, la participación activa y el nivel de concienciación alcanzado. También se documentó el proceso para poder replicarlo en cursos futuros y mejorar su eficacia.
Este tipo de proyectos demuestran que los Centros de Educación Ambiental pueden ser espacios transformadores con utilidad. Si se les da el reconocimiento y los recursos adecuados, pueden convertirse en motores de cambio real, fomentando una educación ambiental que no solo informe, sino que transforme.
Una reflexión sobre los actuales modelos
A pesar de la labor significativa de los Centros de Educación Ambiental, es evidente que en los últimos 20 años ha habido un declive en la concienciación ambiental por parte de la ciudadanía en Andalucía. Aun teniendo la posibilidad de estar más informada, tanto de los procesos naturales como de las propias interacciones del ser humano con el resto de la naturaleza, es evidente que no hemos podido avanzar en una mejora ambiental. Es por ello que, aun habiendo hecho una gran autocrítica de nuestro propio trabajo, también debemos hacer ver que este retroceso coincide con la reducción de programas institucionales específicos bien planificados y la prevalencia de actividades aisladas sin continuidad ni evaluación. Es esencial que las instituciones educativas y gubernamentales reconozcan el valor de los Centros de Educación Ambiental y apoyen su integración en el currículo educativo, asegurando programas continuos y evaluables que preparen a la comunidad para enfrentar los desafíos ecológicos actuales y futuros.
Según el Plan de Acción de Educación Ambiental para la Sostenibilidad del Gobierno de España, la educación ambiental debe trascender las actividades esporádicas y convertirse en una estrategia educativa estructurada que fomente el pensamiento crítico, la implicación ciudadana y la preparación para la acción, según cita el Centro Nacional de Educación Ambiental. (CENEAM).
Para revertir el retroceso en la educación ambiental en Andalucía, es necesario un cambio de paradigma. No basta con organizar jornadas o rutas de un día; es imprescindible considerar a los Centros de Educación Ambiental como lugares de inversión con estructura estable y vinculada al currículo educativo. La educación ambiental debe ser un proceso continuo, que integre la investigación, la acción y la reflexión, y que fomente una ciudadanía activa y comprometida con su entorno.
Los Centros de Educación Ambiental tienen el potencial de ser la clave en la transición hacia una sociedad más sostenible y responsable. Ahora más que nunca, es fundamental reconocer su importancia y garantizar su continuidad como herramientas esencial es en la formación de nuevas generaciones comprometidas con el medio ambiente.
Si ellos no quieren, tú si puedes. Te invitamos a conocer los centros de la Red ONDAS y su amplia oferta de programas de educación ambiental, diseñados para apoyar y complementar el currículum escolar.
Jorge Ridao Bouloumié – Presidente de Natures S. Coop. And. Aula de Naturaleza Paredes